Los peligros de la radiación electromagnética ¿Son peligrosas las wifis y los teléfonos móviles?
Vivimos en un entorno
muy alejado de lo natural, que somete a nuestros organismos a estímulos para
los que no está preparado. Muchas de las enfermedades que padecemos se
originan, o se intensifican bajo esos estímulos: stress, alimentación insana,
costumbres sedentarias, respirar atmósferas contaminadas, etc. Consciente de
todo esto, es necesario un principio de precaución ante lo nuevo, rechazándolo
incluso si no nos conviene. Pero ¿Es este el caso de la radiación
electromagnética? O más concretamente ¿Son peligrosas las wifis y los teléfonos
móviles? Para poder responder necesitamos precisar dos conceptos: qué son las
radiaciones electromagnéticas y cómo interactúan con la materia.
Tanto la electricidad como el magnetismo son conocidos de antiguo y ya los griegos clásicos hablaban de ello. Más recientemente (S. XIX) comprendimos que son manifestaciones de un mismo fenómeno (electromagnetismo) y supimos que podía propagarse (radiar) sin necesidad de ningún medio que lo soporte. Incluso puede propagarse en el vacío, por eso vemos el sol pero no lo oímos.
La radiación
electromagnética está formada por un haz de partículas (fotones), cada una con
una energía característica proporcional a su longitud de onda asociada. Esto
significa que para un tipo de radiación electromagnética más intensidad
significa más partículas pero cada una con la misma energía. Clasificar la
radiación en función de la energía de sus fotones, o lo que es igual; en
función de su longitud de onda, es lo que se conoce como espectro electromagnético.
El ojo humano es sensible a una pequeña franja de este espectro, a la que
llamamos luz:
Pasemos ahora a ver
cómo interactuamos fotones con la materia, en particular con la células que
componen nuestro organismo.
En función de la
energía que porta el fotón pueden darse cuatro posibles situaciones.
- Radiaciones ionizantes de alta energía. Rompen las moléculas, en particular las de ADN, provocando quemaduras profundas, canceres y mutaciones.
- Radiaciones ionizantes de baja energía. Arrancan electrones de las capas más alejadas del núcleo atómico, alterando su comportamiento químico y, por tanto, el funcionamiento de las células afectadas.
- Radiaciones no ionizantes de alta energía. Pueden alterar el discurrir de las reacciones químicas pero no su naturaleza. Es decir; se producen las mismas reacciones químicas pero a otra velocidad y esto se traduce en calentamiento.
- Radiaciones no ionizantes de baja energía. Producen calor en menor grado que las anteriores y no tiene efectos que se conozcan.
A la vista de esto
podemos concluir que:
- Las radiaciones ionizantes (en el grafico la línea vertical roja; ultravioleta, rayos x y gamma) son peligrosas y deben manejarse con precaución en lugares controlados.
- Las no ionizantes de baja energía (región luminosa, infrarrojo, microondas y radio) no son peligrosas.
- Queda una zona de nadie entre el final de la zona de ionización, donde, si bien no hay capacidad de ionizar, las energías implicadas son importantes. Por ello debería regir un principio de precaución al utilizarlas.
Y una curiosidad, la radiación provoca calor. Lo
contrario también es cierto, los cuerpos calientes emiten radiación electromagnética.
En el grafico puede apreciarse que el punto correspondiente a un cuerpo a 37ºC
se encuentran mucho más cerca de la zona de peligro. La luz está incluso más
cerca. Así que aquellos que por
precaución no dejan su teléfono móvil en la mesilla, deben también, y con mayor
motivo, apagar la luz, bajar la persiana y… dormir solos.
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