martes, 14 de octubre de 2014

La fiebre de compartir sin leer en Twitter

La fiebre de compartir sin leer en Twitter

Una simple acción como un retweet conlleva mucho más de lo que aparenta, diciendo qué hacemos, qué nos interesa, a quién respaldamos, qué posición tenemos frente a ciertas persona o tendencias o cuáles son nuestros retos futuros.
“¿Somos lo que tweeteamos o lo que aparentamos ser?”
Es una pregunta a la reflexión de cada profesional o empresa para analizar si ha caído en querer mostrar públicamente a través de una red social como Twitter aquello que verdaderamente es o aquello que ha querido transmitir. Y a través de este pensamiento, si es capaz de hacer la analogía a su ecommerce: ¿vendemos al cliente lo que nos interesa o lo que le interesa a él?
El fenómeno de compartir sin leer
Bajo este punto de partida introduzco esta creciente (aunque no nueva) tendencia de compartir sin leer, algo positivo en difusión pero negativo en branding.
“Compartir un tweet sin leer su contenido desprestigia nuestra marca personal o corporativa, pues lo que no se conoce no se puede medir y valorar”
¿Viralizar un contenido es siempre positivo?
Sí y no, como muchas cosas. Es evidente que la difusión y repercusión que pueda tener ayuda a generar imagen de marca más allá de los círculos habituales. Ahora bien, dejar en manos de métricas cuantitativas un análisis completo sería empobrecer las conclusiones.
“Para analizar si la viralización extrema de ciertos contenidos es positiva o negativa, hace falta cruzar métricas y variables cuantitativas con otras de corte cualitativo”
Para ello propongo un ejercicio apoyado en la analítica web y social orientado a aquellos profesionales o empresas que generen contenidos regularmente. Simplemente cruzando datos como las veces que se ha compartido en redes sociales un artículo y el número de visitantes generados, así como el tiempo en página y otras métricas de interés puntual, se puede llegar a comprender mejor
¿Qué ocurre con esta teórica KPI difusión social / lectores únicos? La curva dibujada seguramente empiece a dibujar el fenómeno de compartir historias que desconocemos, alejando el óptimo del máximo nivel de difusión precisamente.
¿Existe una correlación precisa entre el número de veces que se ha compartido una publicación, artículo del blog o noticia y el número de lectores que hemos atraído, el tiempo que han estado de media en la página o la tasa de microconversiones?
Seguramente no la haya, o como mínimo sucede que a no ser que se llegue a puntos de difusión muy elevados respecto lo habitual en nuestra web o blog, el aumento en la viralización no afecta positivamente a la calidad del tráfico que se atrae.
Es por ello que os animo a que hagáis este ejercicio analítico y saquéis vuestras propias conclusiones sobre el efecto que tiene la fiebre de compartir sin leer en Twitter en vuestra página.
¿Cómo afecta a la calidad de los contenidos esta tendencia?
Aparentemente no debería afectar, pero cualquier cosa que mueve un volumen importante de gente (para el caso, el segmento “gente que comparte sin leer”) acaba provocando una situación de la que algunos procuran aprovecharse.
La tasa de calidad de los contenidos compartidos depende de multitud de variantes, pero una de ellas ya ha pasado a ser el efecto viral de esta práctica. Saber que hay gente esperando tweets que enganchen por título y no por contenido puede hacer que se creen estrategias orientadas a satisfacer estos perfiles concretos.
Las empresas, bloggers o demás generadores de contenidos pueden tener la tendencia de crear contenido pobre pero de título atractivo tras analizar que la tasa de difusión depende más del segundo aspecto que del primero.
“En el equilibrio entre un título o tweet atractivo y un contenido que merezca una elevada difusión estará en la mayoría de casos el óptimo”
¿Cuál es el riesgo de dejarse llevar por esta moda?
Bajo la creación de contenidos que rebajen la calidad en detrimento de una mayor viralización y cantidad en volumen está el posicionamiento de una imagen de marca superficial. Si entendemos que cada uno somos una marca, potenciar su calidad es la forma más directa hacia el éxito profesional.
Es por ello que resulta indispensable validar cualquier contenido a través de una lectura comprensiva que reduzca el ritmo de veces que compartimos pero que recupere un posicionamiento de marca personal acorde con lo que deseamos, abandonando así la práctica de compartir historias o contenidos que desconocemos.
¿Qué dicen de nosotros nuestros tweets?
En el mundo personal, mostrará a nuestros contactos, círculos y familiares el tipo de pensamientos que tenemos muchas veces, aquello que nos interesa, qué nos irrita, dónde estamos y demás información puntual.
Ahora bien, en un perfil profesional como el que me interesa abordar en este artículo, cualquier tweet puede significar mucho más de lo que luego queramos explicar a un cliente, proveedor o incluso en una entrevista de trabajo.
Imaginemos que compartimos un tweet cuyo título nos ha llamado la atención pero no advertimos que es altamente promocional, está mal redactado, es excesivamente corto y superficial o bien contiene imprecisiones de contenido que no hubiéramos aceptado tras leerlo. La imagen que generamos alrededor de un perfil de Twitter profesional o de empresa se verá mermada tras este hecho a través de todas aquellas personas que hayan confiado en nuestro criterio a la hora de seleccionar los tweets que compartimos.
“Menos confianza de nuestros seguidores supone un descenso en las ventas o posibilidades de negocio a medio y largo plazo”
La mentira del “luego me lo leo…”
Podemos estar tentados a compartir algo que en apariencia es de calidad y tiene una difusión previa importante, pero que no tenemos tiempo para valorar en el momento de hacer el tweet.
La falta de tiempo para leer aquello que nos interesa es una realidad con la que convivimos la mayoría, pero que no debe arrastrarnos a rebajar el listón de nuestros filtros, afectando así a la imagen que reflejamos.
Porque tras el “luego me lo leo…” suele no haber nada. Ese tweet queda online, el artículo o contenido sin leer, y al día siguiente volvemos a vivir la misma situación.
¿Es Twitter la red con un índice de calidad de contenidos menor?
Para nada, lo que sí sucede es que la sobreexposición que vivimos en Twitter hace que el sentimiento de calidad quede más difuso, y entremos incluso en una etapa de desconfianza hacia esta red social, donde acabamos mirando más el quién y que no el qué.
En otras redes sociales este comportamiento no es tan extensivo por la propia naturaleza de dichas redes, mucho menos orientadas a difundir en cantidad sino en calidad.
“Un uso profesional de Twitter nos obligará a decantarnos entre ser meros generadores de tweets y retweets, o bien generadores de conocimiento e interés para una comunidad”
¿Hacia dónde lleva esta práctica de compartir sin leer?
Como toda acción masiva, siempre suelen beneficiarse los mismos: los que no abandonan la calidad.
“Cuando los mensajes se masifican e incrementar el CTR en redes sociales es una batalla diaria, el quién acaba imponiéndose al qué”
Por este motivo, el lector del futuro no leerá tanto por artículo o contenido, sino por recomendación. Clasificaremos (muchos seguro ya lo hacéis) entre aquellos que seleccionan sus tweets y los que difunden para abarcar cuota de timeline. Más importante que la procedencia o el origen de un texto será quién nos lo ha recomendado. Nada que no hayamos vivido en el terreno de los ecommerce y del que se nutren estrategias como el inbound marketing.
¿Y tú? ¿Compartes sin leer o validas tus recomendaciones?

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